
Semana Santa: mi momento de recarga
Cada persona tiene un momento en el año que espera con ganas, ese que marca un antes y un después emocionalmente. Para mí, sin ninguna duda, es la Semana Santa. Y más concretamente, vivirla en Sevilla con mi familia.
Desde pequeña, he sentido una conexión muy especial con este tiempo. Me emociona todo: el ambiente, el arte, la devoción… pero sobre todo, la Esperanza de Triana. Hay algo mágico en verla salir, en buscar el mejor sitio desde el que contemplarla, agarrada del brazo de mi abuela, con los ojos llenos de ilusión. Es una mezcla de tradición, fe y cariño que no se puede explicar, solo sentir.
Compartir estas procesiones con mis abuelos, mis padres y mi hermana es una de las cosas que más valoro. Son días de estar juntos, de emocionarnos con cada marcha, de perdernos por las calles de Sevilla mientras el incienso lo llena todo y los tambores hacen retumbar el pecho. Es una sensación indescriptible, una especie de energía que me recarga por dentro y me da el empujón final para terminar el curso con fuerzas renovadas.
Ver a la Esperanza bajo ese palio, escuchando marchas como “Esperanza de Triana Coronada” mientras cae la noche… es uno de mis momentos favoritos del año. Siempre lo será.
La Semana Santa no es solo una tradición para mí, es emoción, es raíces, es familia. Es reencontrarme conmigo misma, con lo que me hace vibrar.
Y sí, mientras todo el mundo se toma las vacaciones de Semana Santa como un descanso, yo las vivo como mi momento de más intensidad emocional y espiritual del año.








